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Por: Rocio Ayuso
De entrada, cuando uno piensa en un festival de cine, como en una gala de premios, lo primero que viene a la mente es el glamour de la alfombra roja, el ambiente festivo o el amor por el cine que une a la gran parte de los asistentes. Pero es precisamente ese amor por el medio el que produce algo que va más allá del brillo de las lentejuelas. Por ejemplo, La pecera, último ejemplo de coproducción entre Puerto Rico y España que acaba de estrenarse en el festival de Sundance, presentada a competición en la sección internacional, y que comenzó su andadura al otro lado del charco, en el Festival de Málaga, donde su realizadora, Glorimar Marrero Sánchez, conoció a los que se convertirían en sus productores, los hermanos José y César Esteban Alenda.
Ahí se inició un recorrido que tras todos estos años definen como de familia y que permitió a la realizadora novel realizar un primer largometraje muy personal y que une dos historias que Glorimar conoce muy bien: el viaje de aceptación de una mujer aquejada de cáncer terminal y su lucha por un futuro mejor para Vieques, su isla de nacimiento y que también sufre por el cáncer contaminante que dejaron en sus aguas las pruebas militares del ejército estadounidense.
Hablamos con Glorimar Marrero en una conexión vía zoom a su paso por el Festival de Sundance con todo su equipo.
¿Cómo nace La pecera?
Escribí la primera versión en 2013. Había trabajado antes en varios cortometrajes y quería acometer algo de larga duración. En mayo de ese año mi mamá murió de cáncer y eso me atravesó por dentro. Quise explorar el relato de esa enfermedad, pero no desde un punto de vista biográfico así que desarrollé el personaje de Noelia como viequense porque me apetecía anclar (la historia) en la colonia de Puerto Rico. Me dio la oportunidad de trabajar con un personaje enfermo y establecer un puente entre su enfermedad terminal y la contaminación que está en Vieques. Anclar una enfermedad terminal en un escenario que me permitía hablar del lazo político de Puerto Rico con Estados Unidos y los síntomas del colonialismo.
¿Cuándo entra el Festival de Málaga en esta historia?
En Málaga hay un foro de coproducción que se llama Mafif y en el que participé en 2018 con La pecera. Allí estaba Amaia Izquierdo y (el proyecto) le encantó así que se lo presentó a José Esteban Alenda. Ese mismo año se cerró la coproducción en Ventana Sur y así pudimos hacer el camino a Ibermedia, el fondo iberoamericano principal que nos permitió hacer la coproducción para entonces poder buscar fondos en España y en Puerto Rico. Ha sido un lazo de trabajo bien bueno, bien productivo y de mucho bienestar. Logramos reunir recursos de ambos países, pero el lazo humano forjado es mucho más importante. La capacidad de escucha, de producción de los Alenda, siempre pendientes de cómo podíamos lograr la mejor película posible. Fueron bien receptivos y solidarios además de proteger siempre la producción. Han cuidado todo el proceso para que podamos estar aquí en Sundance. Ha sido un lazo profesional y, a estas alturas, familiar.
¿Y la recepción en el Festival de Sundance? ¿Fue como lo imaginabas?
Ha sido una experiencia bien chévere. La geografía de Sundance es nueva para mi. ¡Nunca había estado en un lugar tan frío! Pero me encantó estar en un festival con un público que participa, con una comunidad de cinéfilos como la de Sundance, lo cual se agradece. No es un festival peatonal. Las distancias son grandes y tienes que desplazarte mucho para ir a los sitios. En ese sentido es diferente a otros festivales. Pero hubo mucha receptividad, mucho interés en la película. La presentación de estreno estuvo muy buena. La sesión de preguntas se agradeció, poder intercambiar ideas con el público. Fue la primera vez que la pudimos ver La pecera a gran escala. En ese sentido ha sido un festival extremadamente organizado y en el que protegen mucho a los realizadores con espacios de intercambios, encuentros entre directores con los programadores, un componente programático integrado que más allá de la proyección de las películas está bien interesante y productivo porque son espacios de trabajo.
La actriz protagonista, Isel Rodríguez, es la gran sorpresa de la película.
Isel es una actriz muy conocida en Puerto Rico por (hacer) comedias. El director de casting me la presentó como su favorita y quise que probara otros registros. Además, Isel tiene familia en Vieques así que entendía la historia y se ubicaba como viequense. Se conectó con esa memoria, tiene familiares enfermos por Vieques y se enfocó en un personaje que va cargando este dolor y lo va mostrando de manera sutil. Respiraba el dolor. Tuvo un entendimiento pleno y un compromiso político con la situación de Vieques. Era importante para ella contar la historia.
¿Ha mejorado la situación en Vieques?
Solemos barrer estos temas debajo de la alfombra, pero la contaminación sigue ahí. Hubo un movimiento ciudadano muy grande que salió de Vieques en 2001 pero estamos en 2023 y todavía el agua sigue estando desatendida, la limpieza del subsuelo es parcial y no hay un manejo correcto de un espacio que fue utilizado para practicas militares por tantos años. La pecera es un poco la búsqueda, darle audiovisualidad (al tema) para que esa contaminación se vea de frente. Está en nuestro país, pero también afecta a la cuenca caribeña por las corrientes de agua. Con La pecera la intención es sembrar, mostrar la desigualdad que está latente contra el pueblo viequense.
¿Fue intencional mostrar una generación con más años que los suyos o los de la protagonista detrás de esta lucha? Siempre parece que la defensa medioambiental está en manos de generaciones más jóvenes como es el ejemplo de Greta Thunberg.
El movimiento social en Puerto Rico está liderado por generaciones mayores a la mía. Ahora hay distintas generaciones integrándose, pero la generación de estos personajes es de mucho activismo social y de mucha lucha. En Vieques hubo mucha emigración con lo cual cada vez la isla está llena de gente muy adulta, lo que es también parte del problema. Pero es cierto que quería hablar de esa generación de ‘baby boomers’ puertorriqueños que son bien activos en lo que es la lucha de los derechos de la isla.
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